martes, 11 de agosto de 2009

Renovarse o morir I. El sector energético

Eran mediados del mes de Junio cuando el asunto del cierre de la central nuclear de Garoña, cuya vida útil llegaba a su fin, convulsionó a la clase política.

El ejecutivo tomó la decisión de prolongar hasta 2013 la actividad productiva de la central para evitar los desastrosos efectos que podría tener sobre la economía de esta localidad castellana y sus alrededores el cierre.

Por ello recientemente se ha anunciado la puesta en marcha de un plan de 25 millones de euros que fomente la aparición de un tejido industrial al margen de la energía nuclear en la zona que sirva como red de seguridad a aquellos trabajadores que pierdan su empleo como consecuencia de la clausura de la central eléctrica.

A pesar de la necesidad de la medida (un cierre inmediato habría echo saltar la tasa de paro por los aires en este municipio) el cierre de Garoña; y en general de todas centrales nucleares españolas debe darse, en mi opinión, a la mayor brevedad posible.

En primer lugar por el progresivo envejecimiento de una central que al año que viene cumplirá 40 años; periodo de vida útil dado para las centrales españolas y, a partir del cual, su seguridad comienza a brillar por su ausencia. De este modo, el incendio que tuvo lugar ayer mismo en un transformador eléctrico de la central así lo demuestra.

Por otra parte, la única posibilidad de mantener una energía nuclear segura sería el desarrollo de un proceso de fusión que evitase la aparición de residuos radioactivos y, de este modo, se pondría punto y final a los siempre polémicos cementerios nucleares.

Por último, la dependencia exterior que genera el uranio es alarmante. El 100% del uranio utilizado por las centrales nucleares es importado. Europa es totalmente dependiente desde un punto de vista energético; y de hecho así lo pone de manifiesto la crisis energética que tuvo lugar el invierno pasado con Rusia. Por ello, que del total de uranio importado (todo el consumido) el 28% sea comprado a Rusia es, desde toda perspectiva, muy preocupante.

Es evidente que al cerrarnos una puerta, es imprescindible la apertura de una nueva que permita continuar con el nivel de desarrollo. Es en este punto donde las energías renovables deben comenzar a jugar un papel importantísimo en la economía española.

Las ventajas que presentan las renovables no se ciñen exclusivamente a las ya conocidas por todos que se centran exclusivamente en un plano ecológico. Es decir: Son inagotables y no conllevan la emisión de gases de efecto invernadero que contribuyen a incrementar de forma paulatina la temperatura del planeta año tras año (a pesar de que reconocidos científicos del calibre de Klaus, Aznar o el primo de Rajoy nos lo nieguen).

Además, las energías renovables presentan una serie de ventajas económicas con respecto a la energía nuclear. Así, mientras el kilowatio producido por una planta nuclear sobrepasa los 4000 euros, la producción de la misma cantidad de energía por un molino de viento se encuentra sobre 3000 euros.

A pesar de que la mayoría de seguidores de la derecha española se opone de forma sistemática a un futuro menos irresponsable (ya sabemos que la derecha española es algo especial), esperemos que esta última apreciación, al más puro estilo Tío Gilito, les sirva para tomar conciencia de la necesidad de una renovación en el campo energético.

Una renovación que nos permita construir un futuro sostenible de una santa vez.

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