Silvio, la Humanidad te agradecerá de por vida el granito de arena –la duna inmensa diría yo- que acabas de poner para hacer de este mundo un lugar un poco más desastroso y caótico en el que vivir.
No contento con un territorio en el que el Estado languidece ante organizaciones mafiosas paralelas y donde la persecución del inmigrante que se niega a hacerles el juego es, después del puterío, una de las aficiones favoritas de algunos –menos mal- de sus ciudadanos, has hallado que la solución a estos problemas pasa por una reforma del sistema judicial.
El razonamiento es sencillo, dos premisas y una conclusión: 1) Hay muchos procesos en trámite. 2) No está bien que haya muchos procesos en trámite porque las sentencias tardan siglos en dictarse. Conclusión: Mandamos a tomar por saco una buena parte de los procesos. Borrón y cuenta nueva, sí señor. Y si de paso prescriben entre decenas de miles los dos en los que me encuentro involucrado por corrupto y estafador pues mejor que mejor.
Generalmente la clase política acude a la expresión “violación del Estado de Derecho” con una facilidad pasmosa buscando la enorme repercusión que conlleva, sin tener en consideración todo lo que ello implica. Pero es que Silvio no lo ha violado. Silvio se lo ha pasado por el forro una y otra vez como viene acostumbrando a hacer con las diferentes “velinas” que le siguen alegrando las noches, a un precio razonable, a este adorable caballero de setenta y tres añitos.
Es vergonzoso que en un país considerado desarrollado el Presidente del Gobierno disponga de la mayoría de su partido en el Parlamento para blindarse jurídicamente, alcanzando una inmunidad que le permita situarse por encima del resto de los mortales, ocupando la posición que hace siglos tenían los monarcas absolutos.
Aún tendrás la desfachatez –ya la has tenido de hecho- de alegar la necesidad de la reforma del sistema judicial para amparar esta tropelía. Sin embargo, como es sabido, esta propuesta no es nueva. Si me permites, Silvio, la anterior, la que te chafó el Constitucional, era igual de vergonzosa pero sus consecuencias eran menos catastróficas para el ciudadano.
Así, con la anterior eras sólo tú, como Jefe de Gobierno, el que te escabullías muy pillamente de responder por tus delitos. Ahora no. Ahora desde los proxenetas a los capos, pasando por rateros y narcotraficantes quedarán en libertad si las sentencias no se dictan en los plazos ridículos establecidos.
¿Cómo un tipo así es capaz de haber sido presidente de un Gobierno, si bien no consecutivamente, 16 años? 16 años en los que, por cierto, se han elaborado 19 normas a medida.
Berlusconi ha aprendido de los emperadores que hace 2000 años dirigían el gran Imperio Romano para lograr la indiferencia ciudadana y llevar a cabo a sus anchas sus deshonestos intereses: Pan y Circo. Dueño de 4 cadenas de televisión y de un club de fútbol. En una sociedad –no sólo la italiana- en la que leer un periódico o coger un libro -aunque sea para calzar una mesa o hacerse sombra las largas tardes de verano- es la cosa más extraña del mundo, el éxito está garantizado.
Así ya se puede.