miércoles, 4 de febrero de 2009

¡Vaya cruz!

La Iglesia está estos días que no da pie con bola.

El Papa Benedicto XVI decidió el pasado 21 de enero rehabilitar al obispo ultraderechista Richard Williamson. El prelado inglés pertenece a la corriente negacionista del Holocausto, y no se reprime al afirmar que “las cámaras de gas servían para desinfectar” y que durante la época nazi murieron “unos doscientos o trescientos mil judíos, pero no en las cámaras”.

Quizás Ratzinger, que militó en sus tiempos mozos en las juventudes hitlerianas, tenía la obligación moral de compensar a un camarada por estas declaraciones.

La reacción de la canciller Ángela Merkel tuvo lugar ayer, señalando que el Papa debería declarar sin ambigüedades que el Holocausto no puede negarse. (A ver cuando la derecha española tiene el valor suficiente para decir las cosas claras al Vaticano).

La respuesta de la Santa Sede no se ha hecho esperar y menos de 24 horas después de las declaraciones de Merkel el Papa ha exigido a Williamson que se retracte sobre lo dicho en su día. Aún tendremos que dar las gracias a la mujer de hierro por meter al Papa en vereda.

Para tratar de quitar hierro al asunto fuentes próximas al Papa han asegurado que éste desconocía las declaraciones realizadas por el prelado inglés. En cierto modo es posible que estos días en la basílica de San Pedro hayan estado muy atareados tratando de hacer la vida imposible; o más bien al contrario, a Eluana, una chica italiana que lleva desde enero del 92 en coma irreversible.

Tras las duras críticas realizadas desde el Vaticano y el cambio de la legislación realizado por el gobierno de Berlusconi, la familia de Eluana encontró un vacío legal por el cual no se prohíbe de forma expresa realizar la desconexión en una residencia de ancianos. Así que ayer por la noche la muchacha emprendió camino a Udine donde tendrá lugar el “abominable asesinato” según palabras textuales del máximo responsable de sanidad del Vaticano.

Se espera que, si toda marcha según lo previsto, Eluana podrá descansar en paz de una “santa” vez en unas tres semanas. Este es el periodo de tiempo que tiene el Vaticano para movilizar a sus feligreses y aumentar la presión social que lleve al ex playboy y presidente del A.C. Milán a realizar un nuevo cambio en la legislación.

En todo esto hoy ha decidido visitar este país el secretario de Estado del Vaticano Tarcisio Bertone. Sin embargo parece ser que a Rouco no le ha hecho demasiada gracia la visita. Por ello viajó a Roma para ser informado de las razones de la visita; pues el cardenal de Madrid no ve con buenos ojos que Bertone meta mano en asuntos que considera competencia de la Conferencia Episcopal.

Si hacemos un poco de memoria (hasta finales del S XV, en 1478 concretamente) encontramos otro deseo de independencia de la Iglesia peninsular con respecto a Roma. En este caso dio lugar a una Inquisición dependiente directamente de la monarquía española. ¿Se convertirá Rouco en el nuevo Torquemada?

El caso es que a estas horas debe estar terminando una cena entre Bertone y Rouco en algún punto de Madrid (¿Casi a media noche?; Sí, es sabido que los obispos son de buen comer)

Esperemos que Rouco no tome como primer procesado de su remodelado Santo Oficio a Bertone y deje caer sobre el plato de este unas gotas de arsénico.

La respuesta: Mañana…

1 comentario:

Adrián L.R. dijo...

Finalmente, podría decirse que la Iglesia ha recapacitado y entrado en razón: pero no. Raro sería que Ratzinger se ajustara a lo que moralmente convenía para dejar las cosas como tendrían que estar.

Tras la petición del actual Papa para que el obispo Williamson se retractara de lo dicho, y la negación de éste en hacerlo debido a que no tiene las suficientes pruebas para hacerlo, se ha decidido el relevarlo del cargo de director de un seminario de la Fraternidad de San Pío X, congregación a la que pertenece, que conducía desde 2003 en la localidad de La Reja, a unos 40 kilómetros de Buenos Aires (Argentina).

Y es que moralmente quizás convenía excomulgar a esta persona, por muy obispo que fuera, debido a que el no hacerlo es, en parte, permitir que gente a favor de la muerte siga en las filas de la Iglesia.