lunes, 26 de enero de 2009

Piedras contra balas

El otro día salió por la televisión una niña que me impresionó su desparpajo y sus ganas de aprender. ¿Suena raro, verdad? Ganas de aprender… Evidentemente la niña no era española.

Era una zagala palestina que tendría entre cinco y seis años de edad. Se encontraba en un campo de acogida. A su espalda quedaba su “escuela”, una especie de tienda de campaña rodeada de miseria y de ruinas.

A pesar de la dantesca situación que la rodeaba, esta niña no se canteaba; miraba fija a la cámara que le grababa y, con su vocecilla inocente, venía a asegurar que iba a estudiar para devolvérselas con queso al ejército israelí.

Lo que ha pasado estos días en Gaza no tiene nombre. El ejército israelí, amparado por el capital americano (y armado en parte por este país) realizó a principios de este año una de las mayores masacres de los últimos tiempos. Más de 1000 palestinos perdieron la vida en 3 semanas de ofensiva descarnada.

La nación palestina se ve abandonada a su suerte. La comunidad internacional permaneció callada, sin valor para tomar una determinación. Ni siquiera los países árabes (corrompidos por el petro-dólar) consiguieron dar una respuesta unánime frente a la masacre.

Sólo dos países tuvieron el valor necesario para poner de patitas en la calle al embajador del Estado de Israel. Los dos en América Latina: Venezuela y Bolivia.

Estoy seguro que la niña palestina del principio estaría encantada de residir en uno de estos dos países; pues tanto el país de Morales como el de Chávez han sido reconocidos recientemente por la UNESCO como países alfabetizados (lo que supone menos de un 5% de población analfabeta). Muestra de la fuerte inversión que están haciendo estos gobiernos en educación.

Y es que, como dijo alguien, un pueblo que no sabe ni leer ni escribir es un pueblo fácilmente manipulable.

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