La España de charanga y pandereta,
cerrado y sacristía,
devota de Frascuelo y de María,
de espíritu burlón y de alma quieta
ha de tener su mármol y su día
su infalible mañana y su poeta
Así comenzó alguien en 1913 un poema titulado “El mañana efímero”. Había nacido en Sevilla en 1875, residió en Soria y Baeza. De ideas republicanas, durante la Guerra Civil se vio obligado a abandonar Madrid ante el avance del franquismo. En primer lugar a Rocafort (Valencia), de ahí a Barcelona, y finalmente terminaría cruzando la frontera francesa. Falleció en Collioure al poco tiempo, un 22 de febrero de 1939.Se llamaba Antonio Machado. Fue un excelente poeta; aunque un nefasto vidente.
En estos versos Machado nos asegura que la España de la fiesta, la religión y los toros desaparecerá algún día; bien es cierto que el poeta a lo largo del poema nos asegura que aún habrá varias generaciones “amantes de sagradas tradiciones”. Sin embargo, 95 años a algunos se nos hace ya una espera excesivamente larga.
Es más, en bastantes aspectos, desde mi punto de vista, la cosa ha ido a peor.
Desde mediados del siglo XIX la clase trabajadora comenzaba a forjarse y a tomar conciencia de su situación. Luchaban por ideas conjuntas, lo que les llevó a oponerse al envío de tropas a Marruecos en 1909, del que se libraban las clases que podían permitirse pagar las “quintas”. La huelga general de 1917 es otro ejemplo de asociación de la clase obrera, con gran repercusión en ciudades como Oviedo o Madrid, ciudades en las que hoy en día gobiernan los conservadores de forma permanente.
La situación entre el campesinado es similar. Durante la II República se unieron para exigir un reparto más equitativo de la tierra. En la actualidad, el voto conservador vuelve a triunfar en muchas áreas rurales. El campesino busca un discurso anti-inmigración , (a los que consideran culpables de la falta de trabajo) que encuentran en la derecha. Pero seamos sinceros, ¿Cuántos chavales de cualquier pueblo de la geografía española están hoy en día dispuestos a recoger las cosechas? ¿Cuántos están dispuestos a soportar las duras condiciones de vida que ello implica?
Además, parecen ignorar que a lo largo del S. XIX y gran parte del XX, fue el campesinado español el que se vio obligado a emigrar a otros lugares en busca de un futuro más próspero. (Brasil, Cuba, Argentina, Francia o Alemania).
No se dan cuenta que la causa de su problema no es el inmigrante sino el gran propietario que provoca los movimientos migratorios para lucrarse de mano de obra barata en sus explotaciones mediante la contratación de sin papeles que trabajan en un régimen de semi-esclavitud.
Otro ejemplo de decadencia es, como ya traté en una entrada anterior, la educación. Tan sólo durante el periodo republicano se apostó por una educación pública, laica, obligatoria y gratuita. Eliminándose la religión católica como asignatura e impidiendo a las congregaciones religiosas el ejercicio de la enseñanza. Evidentemente estos principios chocaron con el rechazo frontal por parte de la derecha, que paralizaría la reforma educativa cuando llegase al poder a finales de 1933.
Estas ideas han sido sustituidas en la actualidad por un sistema de conciertos que permite a dichas congregaciones, con la ayuda económica del Estado, la formación moral e ideológica de los alumnos en base a sus principios.
También fue a principios de los 30 el único periodo de nuestra Historia reciente en el que o bien un monarca, o bien un dictador, no se encontrase en el centro y por encima del resto de ciudadanos. Siendo la sangre en el caso del uno, y el respaldo de las fuerzas armadas en el del otro, los únicos motivos que le permitían sustentarse en el poder de forma indefinida.
Cada vez son más, aunque todavía escasas, las voces críticas que surgen contra la monarquía. El otro día en el congreso, ERC, invocó el Civil List del Reino Unido que permite desglosar la distribución del gasto de la Corona
En España esto es impensable. En una época de crisis en las que muchas partidas de los presupuestos se congelan, la destinada a la Corona se incrementa, y no conformes con eso, no se permite que el ciudadano conozca en que se gasta Juan Carlos los más de 9 millones de euros que se le asignan.
Argumentos a favor de la monarquía aseguran que su mantenimiento por parte del pueblo solo nos cuesta alrededor de 20 céntimos por coco. Quizás esos 20 céntimos de cada uno, multiplicado por los 40 millones de contribuyentes que somos podrían invertirse en la construcción de un hospital en Somalia o de una escuela en Camerún.
Además, ¿de que nos sirve una monarquía que cuando se le suelta la lengua se fundamenta en su libertad de expresión, pero es incapaz de asumir la misma libertad de quienes la critican? Y si se fundamentan en un principio constitucional como es la libertad, ¿no deberían plantearse cumplir también el principio de la igualdad que es el primero contra el que atenta una monarquía hereditaria?
Quizás, ahora que lo pienso, Machado no era tan mal vidente. Entre 1931 y 1936, veintitrés años después de la publicación del poema, existió en este país un sistema que abogaba por una mayor igualdad y un reparto más equitativo de la riqueza entre sus ciudadanos. Un sistema que trató de acabar con el poder de la Iglesia y combatió el analfabetismo de su pueblo. El único problema es que Machado no fue capaz de vislumbrar que en Julio de 1936 aparecería un individuo con un peculiar bigote que echaría por tierra todas sus predicciones.
ZOMBIELAND (2009)
Hace 15 años
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