Impactante. Sólo unos segundos de imagen a través de una caja tonta que cada vez veo menos han logrado dejarme con la boca abierta.
Cuando el “informativo” –permítanme las comillas- daba sus últimos coletazos después de atronar a su audiencia con el profundo debate moral de si Madrid será o no ciudad olímpica y ver durante diez minutos cómo la élite de este país –Juan Carlos de Borbón y Raúl González Blanco- se desvive por lograrlo en la capital danesa, el locutor nos recuerda que hoy el régimen chino celebra su sesenta cumpleaños.
Primero nos ofrecen una serie de imágenes de Pekín, la capital del Estado, en la que ha tenido lugar un desfile de carácter desproporcionado en el que China ha mostrado a toda sociedad internacional su poderío militar.
Debemos destacar para empezar que las medidas de seguridad tomadas por el gobierno chino rozan la esquizofrenia. En esta línea ha prohibido –o más bien, recomendado- durante la jornada de hoy asomarse a las ventanas alegando que un francotirador te podía volar el cogote si se te ocurría hacerlo –un modo perfecto de incrementar la seguridad ciudadana al tiempo que el cuerpo de disparadores de élite de la policía paramilitar china realiza unas prácticas cojonudas con algún tipo que tenga que colgar la colada-. Pero no se han quedado allí. Su paranoia les ha llevado a prohibir volar cometas o vender cuchillos en el Carrefour etc, etc; pero en fin, no es esta la cuestión que nos ocupa.
La imagen chocante ha venido justo a continuación. Nueva York. De noche y desde el aire. El skyline –como le diría alguien cool- se contrasta con la oscuridad del cielo. La cámara se acerca al símbolo del capitalismo yankee: El Empire State Bulding. El edificio está prácticamente apagado en sus plantas inferiores; pero en las últimas hay luz. Son varias luces de colores, algunas rojas, algunas amarillas. Es la representación de la bandera china hondeando en lo más alto del cielo neoyorkino.
En mi opinión se trata de todo un símbolo de cómo el gigante asiático crece a marchas forzadas en la sociedad internacional. Su PIB alcanzará un crecimiento próximo al 10% el año que viene, mientras las economías occidentales siguen debatiéndose entre la recesión o como mucho, un mínimo crecimiento.
La inversión realizada durante años en bonos del tesoro estadounidense parece comenzar a dar sus frutos. Aunque es cierto que esta inversión supone una fuerte limitación al crecimiento del yuan –se encuentra ligado irremediablemente al dólar-, no podemos obviar que el acontecimiento de hoy es reflejo de un futuro cambio en el liderazgo del mundo –China es el príncipe del planeta como decíamos en una entrada anterior-.
Es cierto que el acontecimiento de hoy en un sentido estricto no deja de ser un símbolo y que, como tal, sólo tiene la importancia que le queramos dar las personas. Como norma general, considero que la importancia dada a este tipo de actuaciones debe ser limitada. Sin embargo lo de hoy es una excepción.
Este símbolo vale más que mil palabras. Valoren ustedes:
Cuando el “informativo” –permítanme las comillas- daba sus últimos coletazos después de atronar a su audiencia con el profundo debate moral de si Madrid será o no ciudad olímpica y ver durante diez minutos cómo la élite de este país –Juan Carlos de Borbón y Raúl González Blanco- se desvive por lograrlo en la capital danesa, el locutor nos recuerda que hoy el régimen chino celebra su sesenta cumpleaños.
Primero nos ofrecen una serie de imágenes de Pekín, la capital del Estado, en la que ha tenido lugar un desfile de carácter desproporcionado en el que China ha mostrado a toda sociedad internacional su poderío militar.
Debemos destacar para empezar que las medidas de seguridad tomadas por el gobierno chino rozan la esquizofrenia. En esta línea ha prohibido –o más bien, recomendado- durante la jornada de hoy asomarse a las ventanas alegando que un francotirador te podía volar el cogote si se te ocurría hacerlo –un modo perfecto de incrementar la seguridad ciudadana al tiempo que el cuerpo de disparadores de élite de la policía paramilitar china realiza unas prácticas cojonudas con algún tipo que tenga que colgar la colada-. Pero no se han quedado allí. Su paranoia les ha llevado a prohibir volar cometas o vender cuchillos en el Carrefour etc, etc; pero en fin, no es esta la cuestión que nos ocupa.
La imagen chocante ha venido justo a continuación. Nueva York. De noche y desde el aire. El skyline –como le diría alguien cool- se contrasta con la oscuridad del cielo. La cámara se acerca al símbolo del capitalismo yankee: El Empire State Bulding. El edificio está prácticamente apagado en sus plantas inferiores; pero en las últimas hay luz. Son varias luces de colores, algunas rojas, algunas amarillas. Es la representación de la bandera china hondeando en lo más alto del cielo neoyorkino.
En mi opinión se trata de todo un símbolo de cómo el gigante asiático crece a marchas forzadas en la sociedad internacional. Su PIB alcanzará un crecimiento próximo al 10% el año que viene, mientras las economías occidentales siguen debatiéndose entre la recesión o como mucho, un mínimo crecimiento.
La inversión realizada durante años en bonos del tesoro estadounidense parece comenzar a dar sus frutos. Aunque es cierto que esta inversión supone una fuerte limitación al crecimiento del yuan –se encuentra ligado irremediablemente al dólar-, no podemos obviar que el acontecimiento de hoy es reflejo de un futuro cambio en el liderazgo del mundo –China es el príncipe del planeta como decíamos en una entrada anterior-.
Es cierto que el acontecimiento de hoy en un sentido estricto no deja de ser un símbolo y que, como tal, sólo tiene la importancia que le queramos dar las personas. Como norma general, considero que la importancia dada a este tipo de actuaciones debe ser limitada. Sin embargo lo de hoy es una excepción.
Este símbolo vale más que mil palabras. Valoren ustedes:
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