lunes, 8 de diciembre de 2008

Crisis

El desastre se venía gestando desde hace ya bastantes meses.

Una banca despreocupada y excesivamente optimista se lió a conceder créditos hipotecarios al primer tipo que pasase por la calle sin asegurarse de forma rigurosa de la solvencia de sus clientes; utilizando para sortear la legislación vigente todo tipo de tretas y artimañas tales como los avales cruzados.

Posteriormente estos derechos de cobro que la entidad bancaria tenía frente a su cliente, fueron vendidos a otras empresas para obtener liquidez (que sería invertida en operaciones más lucrativas)

El consumo desmedido que caracteriza a la sociedad capitalista se veía favorecido por las facilidades de crédito que las entidades financieras ofrecían a los consumidores (y que estos de forma irresponsable aceptaban)

El problema viene cuando por sorpresa, la morosidad de los clientes de los bancos se multiplica. Debemos entender a la banca: ¿Quién podría haber imaginado que una persona con un sueldo de 1500 euros que obtenía como remuneración por desempeñar un empleo con un contrato basura no podría hacer frente todos meses a una mensualidad de 1200 euros durante 20 años?

En consecuencia, gran cantidad de empresas se encontraron “contaminadas” por lo denominados “activos tóxicos”, que son los cachitos de deuda no pagada por los consumidores (evidentemente, si sumamos todas las hipotecas concedidas en estos últimos años, la deuda, de “cachito” tiene poco.)

Todo esto provocó pérdidas millonarias en muchas empresas, y de ahí a la actual crisis de fe que vivimos va un paso: las bolsas se desploman, los bancos no se prestan dinero entre ellos…

Para tratar de salir de la crisis los Estados se han dedicado en un principio a regalar miles de millones a los causantes del problema, para ver si de este modo remontaba el sistema fiduciario (basado en la confianza). Poco a poco comienzan a proponer inversiones públicas, ayudas al sector del automóvil (cuyos directivos siguen manteniendo unos sueldos desorbitados) o a las personas con problemas para pagar la hipoteca.

El BCE y la Fed toman como medida una bajada de los tipos de interés (2,5% en Europa y 1% en EEUU) para relanzar el consumo y rescatar al capitalismo. De todas formas sus efectos ya se verán, pues en la zona euro el euribor (intebancario) se encuentra al 3,7%, y es este porcentaje el que realmente afecta a los consumidores.

De todos estos hechos tenemos que hacer una lectura positiva y otra negativa:

Por una parte, ha servido para que algunos políticos comprendan que el camino del neoliberalismo es una salvajada y que es necesaria una intervención del Estado que ponga cordura y realice un reparto más equitativo de la riqueza. (Así el presidente francés últimamente parece que se está subiendo al carro de la inversión pública)

Desgraciadamente la lectura negativa se devenga de la positiva. Posiblemente, después de superar el bache, estos políticos volverán a olvidarse de la intervención estatal y de nuevo el empresariado campará a sus anchas, buscado el máximo beneficio económico sin atender a ningún tipo de consideración ideológica, ecológica o moral.

Además, ¿No les parece un poco injusto que cuando las cosas “van bien” (que recuerdos José Mari) solo se lucre el empresario y cuando van mal sean los trabajadores con sus impuestos los que dan la cara?

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